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![]() 3erPolo
12 fallas capitales en los portavoces liberales
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Si los liberales tenemos razón: La opinión pública en América latina es cada vez más enemiga del mensaje liberal. Hay
para ello diversas razones. Dos de ellas, de muchísimo peso, son ajenas a nosotros: Sin embargo hay otras razones de nuestra debilidad. En mi modesta opinión, también hay
enormes fallos estructurales en el discurso de los portavoces liberales, que vulneran su eficacia y alcance. Los fracasos deberían llevar a la reflexión; pero esta regla, ¿vale para socialistas y
populistas solamente? A quienes reeditan una y otra vez gobiernos estatistas, les decimos que sus reiterados fracasos -al
menos en cuanto a sus objetivos declarados-, deberían moverles a la reflexión, y al reexamen crítico de todas o algunas de
sus suposiciones, principios y conceptos. Pero, ¿esa regla no vale para nosotros? Los constantes fracasos en la transmisión
del mensaje liberal, ¿no deberían llevarnos a reflexionar, en lugar de seguir tan campantes haciendo exactamente lo mismo
de siempre ...? Convengamos en llamar portavoces liberales -un tanto latamente- a quienes son reputados
o se reputan a sí mismos por tales en América latina. Que se declaran partidarios de la economía de mercado (¿?), un pleonasmo
en realidad, ya que toda economía es de mercado, cabiendo al mercado ser o no libre, que es la sustancial cuestión. Estos
detalles ya revelan cierta superficialidad. Pero vamos más allá de las precisiones conceptuales. ¿Cuáles son esos fallos capitales
(que son causas de otros)? Podrían describirse así: 1. PURAS CRÍTICAS.
Las críticas al populismo y al estatismo -en ocasiones demoledoras-, no son seguidas de propuestas alternativas claras y definidas
para reemplazarles. Esto cae muy mal, porque luce como puramente negativo o negativismo. Y lo es en cierto modo. Tomemos por
ej. los libros del perfecto idiota latinoamericano y los fabricantes de miseria. Abundan en críticas al status quo, todas
justas, relevantes, oportunas, aplastantes. Pero, ¿y las propuestas sustitutivas? Ausentes, insuficientes, poco claras o deficientes. No basta la crítica. El colapso del sovietismo demostró que es preciso tumbar ciertas
estatuas, y también descuartizar instituciones; pero a estas hay que buscarles reemplazantes: otras instituciones, que sean
realmente distintas -y no lo mismo con otra fachada-, justas y eficaces. Y para proponerlas hay que describirlas. De otro
modo, después ocurre lo que hoy en los países ex comunistas. 2. FASCINACIÓN POR
LOS ATAJOS. Los portavoces liberales suelen obnubilarse con los "atajos"; por ej. la dolarización decretada.
O la privatización de algunas industrias estatales emblemáticas. -- Por empezar, es discutible el carácter liberal de estas medidas. Dolarización decretada
-obligatoria o forzosa- no es libertad monetaria; y la privatización que convierte un monopolio estatal en un monopolio privado
difícilmente califique como liberalización. (Cosa distinta es la desregulación ...) -- Pero más discutible es suponer que una sola medida económica de Gobierno -cualquiera
sea-, una vez decretada nos introducirá por arte de magia en el reino del mercado, y que las demás se darán como por añadidura. No hay atajos. No obstante, estos portavoces liberales se aferran a lo que les parecen
atajos para llegar a destino, cada cual a su favorito. Así no ven la salida, la única, que necesariamente pasa por la creación
de un partido liberal en cada país, para difundir, explicar e impulsar la agenda liberal neta y completa, y no puntos aislados
y además muy discutibles. 3. POSMODERNISMO:
IDEOFOBIA Y ANTIPARTIDISMO. Muchos portavoces liberales caen en el fatal error posmodernista, con su hostilidad
a los "grandes relatos de la Modernidad", y toda esa jerga y parafernalia conceptual de tipo irracionalista. Algunos no son
conscientes de abrazar el Posmodernismo, otros lo proclaman orgullosos ... Y todos se atragantan con nefastos corolarios del
Posmodernismo, entre ellos: -- la ideofobia o aversión al discurso ideológico (que Platón llamó misología: odio a
las ideas y conceptos abstractos) o en todo caso un profundo desprecio, mal disfrazado de pragmatismo; -- y el consecuente antipartidismo, asociado al acrítico entusiasmo por la sociedad civil,
las ONG y las acciones políticas espontáneas. Pero, ¿cómo va a haber liberalismo sin doctrina y propaganda liberal, ni partidos liberales
...? 4. "NEO" LIBERALISMO.
Otro escollo es la tremenda confusión que representa el "neo" liberalismo, responsable de las reformas económicas de los 90,
unas medidas de inspiración supuestamente libremercadista, encomendadas a un elenco de figuras y fuerzas políticas de signo
contrario. En el mejor de los casos fueron muy tímidas y parciales, incompletas e insuficientes, contradictorias y vacilantes. Y en el peor y más común de los casos, el mal llamado neo liberalismo, más allá de las intenciones
declaradas, es o termina siendo la continuación del estatismo por otros medios. Sus medios son más refinados, menos bárbaros. Pero más arteros, porque pretenden tomar en cuenta ciertos efectos o reacciones
de mercado ante la intervención estatal ... a fin de anticipar estas reacciones, combatirlas y neutralizarlas, e incluso utilizarlas
para consolidar la dominación y control de la economía por el Estado. El neo liberalismo consiste en sofisticar los instrumentos
de política económica -léase intervención estatal-, para someter y esclavizar al mercado y a la empresa privada, y ponerlos
al servicio incondicional del Estado y sus compinches (crony capitalism), en lugar de aniquilarlos y desaparecerlos, como
era la antigua pretensión del sovietismo. Muchos portavoces supuestamente liberales ni se plantean el tema. Otros defienden a capa
y espada el "neo" liberalismo, creyendo que es liberalismo. 5. EL PECADO ANGLOSAJÓN.
Su cultura económica suele ser muy limitada. Se afecta de una excesiva exposición a las Escuelas clásica y neoclásica anglosajonas
-dependientes directamente del utilitarismo benthamiano y otras tendencias iluministas (siglo XVIII)-, y muy escasa a la línea
francesa de los fisiócratas y la economía natural, procedentes de la Escolástica a través de la hispánica escuela de Salamanca
(s. XVII). De este otro linaje proviene la Escuela austriana -que tal vez debiera llamarse continental
europea-, mucho más útil a la defensa de la economía libre que los modelos macroeconómicos de inspiración marshalliana. Porque
liga mejor con los postulados extraeconómicos de Gobierno limitado y derechos naturales; y porque por eso mismo se presta
maravillosamente al género panfletario y popular, como demostrara Frederic Bastiat. De hecho, la supply side economics -que
cultiva mi buen amigo Ricardo Valenzuela en México-, redescubre la Ley de la Oferta de J.-B. Say, dentro de esa misma tradición.
Y asimismo las otras recientes fundamentaciones económicas del libremercadismo, que rompen los estrechos moldes intelectuales
neoclásicos para poder dar cabida y explicar fenómenos como los mercados informales. Pocos liberales saben que el gusto de los autores anglosajones por el socialismo y las
terceras vías no es nuevo. Ignoran que su adorado Adam Smith es el padre del Estado educador, Malthus del ecologismo, Ricardo
de la plusvalía marxista, y Stuart Mill de la economía mixta. 6. ECONOMICISMO.
Muchos se encierran en el terreno de la economía, especialmente neoclásica. Experimentan una incurable incapacidad para trascender
esos estrechos límites de la prensa "especializada". Escriben artículos "técnicos", llenos de cifras, en una jerga inentendible.
Se enfrascan gozosos en agotadores e interminables debates sobre diferentes instrumentos de intervención estatista, algunos
hipotéticamente más liberales (o menos estatistas) que otros. Pero muy hipotéticamente ... Esta es una de las grandes y muy altas barreras que separan a estos supuestos liberales
de la gente común. Poco tienen de liberales, y mucho de "ingenieros sociales". Pero, ¿a quiénes se dirigen estos artículos? ¿A quiénes pretenden convencer? ¿Quiénes
leen esta prensa? ¿Quiénes se supone que deben asistir a todos estos Seminarios y Conferencias, organizados con frecuencia
en torno a la presencia de uno o más invitados extranjeros ...? Curiosamente, este mensaje liberal lo escriben profesionales
de la Economía, pretendiendo convencer a otros colegas, que supuestamente asesoran a políticos y funcionarios estatales, y
a estos mismos. Y a algún que otro empresario formal no demasiado ocupado en gestionar favores del estatismo. Nada más. Aparte lo delgado de la audicencia, hay otro rasgo común: este público tiene compromisos
muy firmes con el estatismo; es usufructuario de unos u otros de sus favores especiales. El de los intereses es lazo muy fuerte
y difícil de desatar. Por lo menos tanto como el nudo del compromiso ideológico. El mensaje liberal necesita salir de este
pequeño círculo, y llegar al público general, que del estatismo recibe sólo las promesas reiteradas. Pero ello requiere apelaciones
más fuertes que los alegatos meramente económicos, sean neoclásicos o aún fisiocráticos. Necesita acudir a valores, políticos
y morales. Eso implica cruzar las fronteras de la Economía con la Política y el Derecho, la Psicología, Filosofía e incluso
Religión e Historia. Pero no muchos portavoces liberales están preparados. 7. INCONCIENCIA HISTÓRICA
E INCOMPETENCIA POLÍTICA. Todos estos fallos se relacionan entre sí, y se vinculan a una gran superficialidad
y cierta incultura de muchos sedicentes liberales. Que lo son en su mayoría de última data: hasta ayer eran confesos comunistas
o socialistas, y muchos lo siguen siendo, aunque ya no confesos. -- Primeramente una incultura histórica: desconocen las más antiguas referencias. Pocos
liberales saben de la filiación hispánica del liberalismo, desde la maravillosa experiencia de la España medieval, la de las
3 civilizaciones: cristiana, judaica e islámica. Este florecimiento cultural, científico y económico -vinculado a la recuperación
del aristotelismo-, duró desde el siglo IX aproximadamente hasta fines del XV. De hecho la tan calumniada escolástica no fue
una excrecencia oscurantista, sino la fructífera reunión del aristotelismo con la cultura bíblica. Pero muy pocos conocen
la filiación bíblica del liberalismo: la Biblia es fuente principalísima de la cual reyes cristianos y moros tomaron la legislación
que pone a los Gobiernos a cargo de funciones muy restringidas, con atribuciones igualmente limitadas, así como competencias
y recursos limitados para cumplirlas. Al igual que después otro gobernante medieval, Alfredo el Grande de Inglaterra. Casi todos los liberales ignoran el Medioevo, y confunden la Modernidad (s. XVI) con la
Ilustración (s. XVIII). Víctimas de la ilusión del Progreso, y desconocedores de las tendencia intelectuales y corrientes
comerciales en la Edad Media, también creen que la Modernidad fue una brusca y total ruptura con el pasado. Y que el liberalismo
es un invento anglosajón -de Adam Smith en particular-, que comenzó a aplicarse a fines del siglo XVIII, con la Revolución
Industrial en Manchester. Sufren del prejuicio antiescolástico y antimedieval, y del prejuicio antibíblico, todos heredados
del Iluminismo, corriente que toman como origen del pensamiento liberal, cuando en realidad representa una desconexión con
sus fundamentos previos, difícilmente contable como ganancia, como lo estamos viendo hoy ... -- Relacionada a la anterior, hay una incultura específicamente política. Rasgo más acusado:
muchos liberales carecen del concepto de Gobierno limitado, creyendo que el liberalismo es idea exlusivamente económica. Les
falta el concepto de funciones estatales propias: represivas, judiciales y de obras públicas, a cuyo ejercicio la función
estatal debe ser confinada; una bandera específicamente política, que requiere una defensa de igual naturaleza. Requiere mostrar
el desbordamiento estatal como la raíz de las crisis económicas, recesión, desempleo y pobreza, que son sólo efectos de la
hipertrofia estatal, la cual a su vez resulta de atribuir a los Gobiernos funciones ajenas a su naturaleza propia, como educar
y medicar. Inflación, impuestos y deuda son de este modo sólo inevitables secuelas; y no hay fórmula mágica en la Economía
capaz de financiar un Estado fuera de sus límites. Análogamente, la corrupción es omnipresente porque es resultado de la manía
regulatoria y supervisionista; y no hay fórmula mágica -legislativa o judicial- capaz de prevenirla. Pero pocas veces se señalan
claramente los nexos causales directos a la raíz de los problemas, aunque la propaganda liberal en buena parte consiste en
mostrarlos repetidamente. Para colmo, los portavoces liberales confunden a menudo libertad con democracia -quiza
alguna especie de democracia directa-; y libertad con "Estado de Derecho". Afectados de un incurable positivismo jurídico,
no comprenden que los mayores atentados contra la libertad casi siempre son legal e impecablemente decretados por una amplia
mayoría. De ahí su confusión de metas y objetivos: la libertad individual y el Gobierno limitado como fines de la acción liberal
se extravían y se pierden, desaparecen diluidas en extrañas alianzas y agendas de compromiso. Otro infeliz resultado de la
ingenua seducción por la democracia es la incapacidad de tantos liberales para aceptar la responsabilidad de los pueblos en
el entronizamiento de jefezuelos y pandillas populistas, al menos por omisión, y desinterés por informarse y documentarse.
Todas las culpas se echan a hombros de los dirigentes, o en todo caso del sistema, pero no del pueblo, cuya veneración por
el sistema que lo hace sicológicamente dependiente e infantil es el principal de sus pilares. 8. ATRACCIÓN FATAL
POR EL ANARQUISMO. En algunos otros casos, y tal vez como reacción frente a sindromes como los descritos,
brota el anarquismo. En todo grupo liberal siempre hay al menos un anarquista, que garantiza abrir otra interminable discusión,
en otro frente y con otros temas, contenidos y alusiones. En este enredo caen no pocos inconsecuentes randistas, olvidados
de las lecciones de su mentora sobre este punto. Con frecuencia han leído las novelas de la Rand más que de su obra filosófica.
Lo cual nos lleva al siguiente fallo. 9. CONFUSIONES FILOSÓFICAS
CARGADAS DE CONSECUENCIAS PRÁCTICAS. La incomprensión de la naturaleza política del liberalismo, y de la necesaria
naturaleza represiva del Estado, derivan de una incomprensión del concepto de naturaleza en general. Esto es muy propio del
marco filosófico nominalista (convencionalista) y antimetafísico del Iluminismo, en el cual muchos liberales se encierran
-concientemente o no-, incapaces de trascender. Olvidan que los Gobiernos, como todas las cosas, tienen naturaleza, esencia,
sustancia y accidentes, causas y efectos, actualidad y potencias ... las tan calumniadas categorías metafísicas, ligadas al
realismo aristotélico, por cuya criminal pérdida Ayn Rand acusa certeramente a Kant. Pero Kant es un filósofo del cual todos
los liberales desgraciadamente aún dependen, y por eso sus tropiezos en temas de filosofía: ética, ontología, teoría del conocimiento,
valores, derecho y política, psicología. Confundidos en cuestiones filosóficas, la mayoría de los sedicentes liberales se abrazan
-no siempre de manera consciente- a posiciones relativistas, utilitaristas, idealistas románticas, positivistas, empiricistas
radicales, deterministas, etc., mucho más adecuadas para prestar fundamento sólido a las ideas colectivistas que a las de
libre mercado. Y todas las confusiones filosóficas tienen lamentables consecuencias prácticas. Ejemplos: -- el muy estéril posmodernismo, ya antes apuntado; -- el utilitarismo, inevitablemente asociado a las escuelas anglosajonas de Economía.
En los pocos casos en que defienden la libertad individual y el Gobierno limitado, ya no es en el marco de los derechos naturales
humanos inalienables -como los americanos en 1776-, sino en términos de su utilidad benthamiana: para la mayor felicidad del
mayor número. Es decir: debe traducirse en crecimiento del PIB o algo así. Pero esto es muy discutible, y discutido. Algunos
pretenden demostrar que el mercado libre es una especie de óptimo paretiano donde todos mejoran y nadie empeora. ¡Imposible,
porque los usufructuarios de los favores estatistas de hecho empeorarían con el libre mercado! Los redactores de los documentos
del 76 no emplearon argumentos económicos de este tipo; ellos defendieron derechos naturales, como el de cada persona a conservar
íntegramente el fruto de su trabajo, y el concepto de Gobierno limitado a la protección de los derechos naturales. El cálculo
felicitario neoclásico es un callejón sin salida para el liberalismo, como vemos hoy en día. Y hay más: -- Un extraño determinismo histórico -inexplicable en supuestos liberales- les lleva a
otros a creer en la victoria indetenible y fatal del liberalismo, asociado de alguna manera a una globalización mal definida
y peor explicada. Le dicen a la gente que es inevitable, cuando a ésta lo que le interesa saber es si es algo bueno o no;
con lo cual en este punto el público demuestra más sentido común que estos liberales. -- Ubicados en otro extremo, los cautivados de la Nueva Era confían en un puro voluntarismo
desgastante, fundado en un mal entendido optimismo. Atiborrados de libros de autoayuda y crecimiento espiritual, parecen creer
que la libertad está a la vuelta de la esquina, con sólo visualizarla. -- Los pocos randistas pueden ser avisados y consecuentes en Filosofía, pero son fanáticos
antirreligiosos, con lo cual espantan de los círculos liberales a muchos cristianos y otros creyentes. -- Las confusiones epistemológicas llevan a muchos iniciados liberales a creer que el
liberalismo es como un arcano inevitablemente esotérico. O en todo caso una ciencia, con lo que vamos al siguiente fallo. 10. ELITISMO ACADÉMICO.
Sólo el ignorante presume de sabio, reza un antiguo proverbio. Desafortunadamente, la incultura convive en muchos casos con
pomposos credenciales académicos, profusamente exhibidos. Los más incultos suelen ser los más presumidos y arrogantes. El liberalismo debe ser abonado con razones, y para eso los partidos liberales necesitan
contar con Escuelas de Formación. Es imprescindible. Pero las explicaciones deben servir para hacer al liberalismo más fácil
y no más difícil de entender y asimilar. Sin embargo, el academicismo se traduce en incapacidad de sintetizar y simplificar
argumentos, mostrando con claridad los eslabonamientos de los fines a los medios, y resumiendo los conceptos esenciales. Los
liberales académicos se pierden en largas y tediosas discusiones ... -- en el terreno de las puras consecuencias y resultados, muy distantes de las causas.
No muestran sino que ocultan la raíz de los problemas, que ni de pasada mencionan. -- O buscan para el liberalismo sus fundamentos, que en realidad existen desde hace muchos
siglos. Por eso no convencen. Algunos se parecen a los socialistas utópicos de los siglos XVIII
y XIX; de hecho beben filosofía de la misma fuente: utilitarismo. Los colonos americanos del 76 que se independizaron de Inglaterra bebían su liberalismo
de la Biblia, como antes los campesinos holandeses que se rebelaron contra España, y los montrañeses suizos celosos de sus
libertades. La libertad no debe ser entonces un concepto difícil de entender, si ha estado al alcance de agricultores, pastores
y ganaderos apenas alfabetizados. Ni debe ser idea ajena a las tradiciones religiosas. Pero esto nos lleva al siguiente punto. 11. TENDENCIAS ANTIRRELIGIOSAS.
Otra barrera que separan a los supuestos liberales de la gente común: casi todos configuran selectos círculos de ateos, agnósticos,
"librepensadores" antirreligiosos o irreligiosos, incapaces de ver la "gran pintura", e incapaces de conectar con la religión,
y de entender lo que está pasando a ese nivel ... y en general en el escenario ideológico del siglo XXI. Porque esto es muy
poco feliz y particularmente grave en los actuales días de la Nueva Era, de la redescubierta espiritualidad, y de toda suerte
de tendencias contrarias al materialismo. Sin contar que la religión cristiana ha sido otra vez secuestrada y falsificada, para
servir como fundamento al socialismo en lugar del marxismo ateo. Como en tiempos del Presbítero anglicano Charles Kingsley
(siglo XIX), propagandista del socialismo cristiano antes de que Marx y Engels le dieran al colectivismo su base científica
materialista y atea. (El randista argentino Ricardo Rojas -autor de la novela El amanecer- declara enemigos a los tres K.
Son Kant, Kelsen, y Keynes, respectivos propagadores del criticismo filosófico, el positivismo jurídico y el intervencionismo
económico. ¡Bien dicho!, pero en realidad los sombríos personajes son cuatro. A Rojas le faltó apuntar al socialista cristiano
Ch. Kingsley.) Muchos liberales que se encierran a discutir Economía parece que no ven TV, o no saben
descifrar los códigos de la pantalla chica. No entienden bien el tipo de valores, conceptos y principios que se transmiten
por medios aparentemente inocentes, como la propaganda de los organismos mundiales, o los mensajes colectivistas de empresas
comerciales que escriben los creativos publicitarios, o los programas supuestamente informativos o de entretenimiento. Casi
toda doctrina colectivista viene ahora en envoltorio religioso. Sin embargo, cada vez que un liberal habla de la Biblia, estos
economistas pretenden dejar la religión fuera del debate ... ¡como si no la hubiesen traído al debate los colectivistas! Claro,
en su mayoría los liberales no suelen concurrir a los servicios religiosos, de manera que tampoco están al tanto del contenido
de las predicaciones. Algunos liberales son tolerantes en materia religiosa; otros no. Pero casi todos desconocen
la filosofía realista de la Biblia, e ignoran que no condice con espiritualismos mal entendidos, mucho menos con socialismos.
Desafortunadamente, muchos cristianos también lo ignoran. Muchas personas religiosas también desconocen estos ángulos de sus
credos, tal y como históricamente fueron formulados, más allá de las deformaciones, antiguas o presentes. Con frecuencia,
los creyentes suelen ser tributarios de vertientes del judaísmo o del cristianismo muy teñidas de interpretaciones gnósticas
o neoplatonistas, y tampoco saben explicar consistentemente sus creencias y posiciones. Pero como creyentes hay en todo grupo
liberal, su presencia garantiza otra interminable, estéril y paralizante discusión en otro frente. Que como tantas otras discusiones
internas, no es negativa porque se plantee y desarrolle, sino porque se hace muy mal y desinformadamente. 12. UN TOQUE DE SECTARISMO.
Por último, aunque no de menor importancia, y relacionado con antedichas características, hay que decirlo: actitudes y estilos
muy grupalistas, con mucho rango, jerarquía y besamanos. Los cenáculos se hacen muy cerrados y exclusivos, a lo que contribuye
una feroz competencia por fondos externos, garantizados en términos de excluyentes recaudos académicos, y no de incluyentes
requisitos políticos. Por eso tantos lauros universitarios, y tantos fracasos políticos. Es de esperar que nadie se sienta ofendido por mencionar los fracasos; pero alguien tiene
que ensayarles explicaciones, para entender su origen. Eso mismo pretenden estas explicaciones, cuya intención es ayudar a
corregir los errores, y no ofender a persona o institución alguna. En todo caso, si hay otras mejores explicaciones, bienvenidas.
Pero la pregunta es: ¿Reflexionamos, o seguimos haciendo lo de siempre ...?
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