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Un país hipotecado: Todo cambia y todo sigue igual













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Por Guillermo Rodríguez González
















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Hay  asuntos recurrentes en la discusión política venezolana:

 

El alto costo de la vida. La inseguridad creciente. El gobierno que incumple sus promesas. Deuda pública, devaluación, controles y descontroles... y un largo etcétera de temas que se repiten gobierno tras gobierno, y que ponen y sacan gobiernos... con los votos por ahora, pero ya el actual presidente electo reinauguró el intentonato fallido dos veces... y los enemigos que más se le parecen, hasta en eso se le quisieron parecer, tanto por intentones como por fallidos.

 

TODO SIGUE IGUAL

 

La economía venezolana se puede resumir en una única lección:

 

El gobierno es el dueño del 80% de las divisas que ingresan al país, y el gobierno gasta 50% más de lo que le ingresa. El 80% del gasto del gobierno está comprometido en bolívares. Si el gobierno devalúa, recibe más bolívares por sus dólares y puede cubrir su enorme déficit, pero cada vez que devalué, un mayor número de bolívares con igual o menor número de bienes y servicios producidos, significará aumentos en los precios... impopulares para quien depende de los votos.

El gobierno entonces no devalúa, o devalúa menos de lo que necesitaría, pero como sigue sin tener de donde cubrir su enorme gasto, pide prestado para pagar... y tarde, mal y nunca... paga. Pero la deuda significa intereses, intereses cuyo servicio ya podría andar por el 40% del presupuesto, y ahora nuestro ministro de finanzas pide dinero prestado para pagar los intereses de las deudas anteriores.

Tanto como se aguante la devaluación hoy... mayor será mañana. Tanto como no se pague lo que se debe hoy, mayor será el peso de esa deuda mañana. ¿Y quién paga por todo este desbarajuste? Pues la gente decente y trabajadora que ve sus ingresos desvanecerse, sus ahorros devaluarse y su futuro ennegrecerse... y que vota siempre por un cambio... que siempre la deja peor que antes.

 

O TAL VEZ PEOR

 

¿Y por que no se reduce el gasto, me preguntará Ud.? A mediano plazo se puede, pero hay que dejar de gastar en algo, y él algo que sea, alguien se está favoreciendo hoy... y lo defenderá mañana. Para reducir el gasto hay que atacar decididamente a la casta de zánganos que pretende vivir del gasto público a cuenta de la "importancia" de sus actividades. Un Estado que no tienen real para cárceles, policías y tribunales... y menos para hospitales y escuelas básicas no puede andar subsidiando la educación superior,  la cultura, el deporte o las bellas artes. Pero la mayoría sigue votando por los subsidios, los controles y el gasto público, porque la mayoría no ha terminado de entender que los subsidios y las ayudas para ellos son las sobras de un festón que, precisamente ellos, han pagado completo. Cuando la mayoría entienda eso... se acabará el festín y los zánganos responderán por sus actos.

Entre tanto, el gobierno que ya está a punto de cumplir el abortado período para el que originalmente fue electo, lo único que nos ha dejado es una caída acumulada cercana la 30% de la producción real de bienes y servicios, una caída del poder de compra superior al 50%, una deuda publica creciente y desordenada, delincuencia, impunidad... o lo que el lo mismo. La cuarta república a la quinta potencia.

 

LA OTRA REVOLUCIÓN

 

Con Chávez manda el pueblo, de eso no hay duda, el mismo pueblo que estaba en AD, el partido del pueblo, y que cansado de fracasos se saltó en masa su propia talanquera. La cosa es que desde las políticas económicas, pasando por la insuficiencia de la justicia y la policía, hasta el virtual colapso institucional... pero sin dejar de lado los subsidios, los planes sociales, las viviendas populares, los créditos para el desarrollo, las cooperativas, y todo lo que pueda llamarse gasto social. Estamos viendo la misma película de nuevo. Todo eso ya se hizo, todo eso fracasó. Está revolución es una película repetida que ya nos empobreció, antes, nos empobrece ahora, y nos empobrecerá mañana.

Para poner orden en las finanzas públicas, pagar deudas, poner los recursos del estado en la seguridad y la justicia principalmente y en la salud pública y la educación básica en la medida de lo posible. Para recuperar una moneda estable, detener la devaluación y la inflación, desmontar las trabas groseras y discriminatorias contra la actividad económica productora de riqueza, necesitamos una revolución muy diferente. Una que empieza por ver que antes de PDVSA las petroleras pagaban más de 50% de impuesto y ahora con una petrolera propia el estado se embolsilla menos de 24% de ese negocio. Revolución será duplicar el aporte fiscal petrolero, entregando PDVSA en propiedad a la población y poniendo orden en las finanzas públicas.

Porque la actual combinación empobrecedoras políticas fiscales y monetarias, con publicitadísimas políticas sociales redistribuidoras la explicó una joven liberal venezolana como "Un marido que me pegase todos los días, para luego regalarme el alcohol y las curitas¨" nuestra amiga agregó que "Yo no quiero ese galán, ni para mí, ni para nadie" Y yo coincido en hay mandarlo al mismo sitio que los anteriores... pero eso es sólo el principio.
















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