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Los enemigos del pueblo: Anarquía, malandraje y demagogia













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Por Guillermo Rodríguez González
















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Hace más de cincuenta años el presidente de Venezuela paseaba a sus hijos, sin escolta, por el parque de los caobos. Hoy un grupo de balandros bajo las banderas de la revolución decapita una imagen religiosa de la virgen en la Plaza Francia, de camino hacia otra manifestación de apoyo al más escoltado de todos los presidentes de la historia venezolana. Hay todo un mundo entre tales hechos, algo más que los años los separa, algo como la entronización de un grupo tras otro de gobernantes, cada uno peor que el anterior.

 

DE DONDE VENIMOS

 

Desde que demagogos, cobardes, traidores y enemigos del pueblo se complotaron para derrocar al Presidente Isaías Medina Angarita, todos los golpes de estado intentados, con o sin éxito, en Venezuela, se pueden resumir en esas mismas palabras no han sido más que la asociación de cobardes, traidores y demagogos enemigos del pueblo, ansiosos de explotarlo, robarlo y someterlo por medio del fraude, unas veces exitosos, otras fracasados, lo grabe es el pueblo se encuentra entre el malo y el peor, desde hace ya tanto tiempo que gran parte de la población creé sinceramente que los males que los gobiernos les producen son resultado de la naturaleza, y los males de la naturaleza son resultado de las acciones de los hombres que nos gobiernan.

La inflación, la carestía, el desempleo, la basura en las calles, el malandraje desatado, la corrupción y el saqueo de los bienes públicos, no son una maldición ni un acto de Díos, son resultado de elegir malandros como gobernantes, malandros como legisladores, malandros al fin que llegan al poder con la falsa promesa de robar a unos para darle a otros y el dan en efecto la migajas de lo que roban de forma evidente, publica y notaria, pero en realidad roban a todos, especialmente a aquellos que como ignorantes resultan el instrumento ciego de su propia destrucción y se quedan ellos con lo rabudo.

Cada gobierno a sido pero que el anterior, cada proyecto político a sido más destructivo que el anterior, cada paso a sido más estatista, más colectivista y más demagogo que el anterior.

La responsabilidad es de quienes aplauden a los golpistas, la de quienes eligen a los malandros, la de quienes creen en las mentiras. La responsabilidad, al fin, es la de quienes creen que otros que no sean ellos pagarán las cuentas de la anarquía, el malandraje y la demagogia. Sin ver que fueron ellos, quienes las pagaron antes, las pagan ahora y las pagarán mañana.

 

PARA DONDE VAMOS

 

Más de 60% del presupuesto de la República se dedicará el próximo año al pago exclusivo de intereses de la deuda, el aporte fiscal petrolero, que ya había caído de más de 50% a menos de 24%, caerá, aún más, bajo una administración que cierra las operaciones de mayor rentabilidad inmediata y segura para asumir enormes inversiones de dudoso futuro.

El control de cambios, el control de precios,  son unicamente para ocultar verdadera causa de los males, que no es otra que la el gasto deficitario irresponsable, mientras los programas sociales no son más que migajas frente a un gasto manirroto e inútil, basado exclusivamente en un endeudamiento irresponsable que nos anuncia un tremendo y brutal ajuste fiscal, más pronto que tarde.

Pero nos anuncias tirios y troyanos que pretenden más deudas, más inversiones improductivas, más promesas huecas de planes de empleo sin futuro y política social deficitaria. Lo mismo a ambos lados, el mismo proyecto en ambos extremos del espectro político, la misma asociación de traidores, cobardes y demagogos, asociados en dos grupos enfrentados por el privilegio de alcanzar el poder para su propio y exclusivo benéfico, para reiniciar las tristemente celebres empresas fracasadas de un estado incapaz de usar sus ingentes recursos en policías, jueces y cárceles para contener de forma justa y legitima al malandraje desatado.

Contra esos grupos de malandros enquistados en ambos bandos, la verdad, la seriedad y la responsabilidad son la única salida. Queremos una Venezuela, prospera, segura y moderna, con gobiernos serios, dedicados a sus funciones primarias, queremos una Venezuela tan segura que el presidente de la República pueda pasear a su hijos, sin escolta, por cualquier parque o plaza de cualquier ciudad o pueblo. Queremos, con computadoras, satélites, Internet y zonas de libre comercio, la mismo que tuvimos antes, y mucho más. Porque queremos que los activos mercantiles de ese Estado irresponsable, se entreguen en propiedad al pueblo, para que cada quien maneje sus acciones y mantengamos todos un Estado eficiente con sus impuestos. Pero eso dependerá de que el pueblo entienda quienes son sus verdaderos enemigos y donde están.
















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