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Montaner incluído: Radio y TV Martí pagan a periodistas que trabajan con Radio y TV Martí














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Por Klaus Meyer
















Los conocidos periódicos The Miami Herald y El Nuevo Herald solían pagar al analista Carlos Alberto Montaner para publicar sus opiniones en las páginas de dichos diarios. En este punto dirá usted, “ajá, ¿y qué?”, con toda razón, por supuesto. Este mecanismo es usado por casi todos los diarios y emisoras del mundo como algo perfectamente válido.

 

Sin embargo esta situación tan normal tuvo un vuelco escandaloso cuando se supo que periodistas empleados por esos periódicos recibían también pagos por participar en Radio y TV Martí, donde participaba asimismo Carlos Alberto Montaner. Es decir, el escándalo  se resume a que el gobierno federal de los Estado Unidos le paga, en la mayoría de los casos sumas simbólicas, a los periodistas que trabajan en las radios y televisoras de su propiedad. Lo hacía con las emisoras que transmitían a Europa del Este durante la guerra fría, y lo hace con Radio y TV Martí. Eso es lo único que hay tras la escandalosa nota del Miami Herald y El Herald. Antes de Radio y TV Martí se hizo lo mismo por décadas en Europa, y por eso recibieron pagos algunas luminarias de la prensa americana, algo que no consideraron digno de mención los redactores de la nota acusadora, como tampoco consideraron digna de mención la identidad de los supuestos expertos en ética que afirman citar. Pero todo se reduce a que el gobierno de los EEUU tiene emisoras de radio y TV que transmiten hacia países bajo regímenes totalitarios información contraria a sus tiránicos gobiernos, y que le pagan sumas, generalmente ínfimas, a personas que en ellas trabajan, los cuales suelen ser nacionales de dichos países, y de una opinión muy contraria a las tiranías totalitarias y criminales que los gobiernan. Esos son los hechos, ni más ni menos.

 

Según el representante de dichos diarios, la situación representaba un “conflicto de intereses” por lo cual procedió a despedir a los periodistas. Jesús Díaz Jr., presidente de The Miami Herald Media Co., dijo que los pagos recibidos por los periodistas violaron la "sagrada confianza" entre ellos y el público. Agregó que "no creo que podamos garantizar la objetividad ni integridad si alguno de nuestros reporteros recibe compensación monetaria de cualquier entidad que hayan cubierto, pero especialmente si se trata de una agencia del gobierno". Por otra parte, Humberto Castelló, director ejecutivo de "El Nuevo Herald", manifestó ignorar que los periodistas estuviesen recibiendo dinero del gobierno federal [1].

 

Hasta aquí, se trata de un “conflicto” entre una compañía que ignoraba (y aparentemente hubiera querido conocer) que algunos de sus empleados, contratados o freelancers cobraban también en un medio de comunicación (o de propaganda) estatal. La compañía consideró que tal actitud iba en contra de sus intereses o de su política editorial y decidió que lo mejor era terminar su relación laboral.

 

El caso es que en este saco se metió también a Carlos Alberto Montaner. En una carta dirigida al director de El Nuevo Herald, Montaner se pregunta: “¿Por qué se ha incluido mi nombre en esa información? Yo no vivo en Miami y no trabajo en The Miami Herald ni en El Nuevo Herald, ni estoy sujeto a sus regulaciones. Ni siquiera soy un freelancer de esas empresas. El Herald, como otras sesenta publicaciones de Europa, Estados Unidos y América Latina, entre ellas algunas estaciones de radio, le compran mi columna a Firmas Press, la agencia que distribuye mis escritos”.

 

Continúa explicando que, así como lo hicieron esas publicaciones, Radio Martí “se interesó en mi columna y en los temas que analizaba, y me contrató para que, una vez a la semana, por teléfono, durante 20 minutos, comentara estos asuntos para beneficio de unos oyentes cubanos que no tienen acceso a la prensa libre ni a la columna que reproduce el Herald. Por esos comentarios abonarían cien dólares, que es la cantidad oficial y obligatoriamente estipulada, casi simbólica y bastante menor, por cierto, que la cifra que pagan algunos de los medios que reproducen los artículos. Por supuesto, ni yo hubiera aceptado ni hubo el menor condicionamiento ni sugerencia: yo tendría, y tengo, tanta libertad como con mi columna semanal.

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De la manera en que está desplegada la información, como si hubieran descubierto una oscura trama delictiva, dan a entender que mi honestidad como escritor ha quedado comprometida por esos comentarios que hago para el pueblo cubano. Eso es algo tan injusto, disparatado, ofensivo y falso, como si alguien afirmara que mis opiniones sobre las cuestiones sociales y económicas que aparecen en El Nuevo Herald y en The Miami Herald no deben tomarse en cuenta porque estoy vendido al gran capital y a la banca, dado que publico (y me pagan por ello) una columna en estos periódicos, y, a veces, en The Wall Street Journal, empresas que cotizan en la bolsa de New York”. [2]

 

¿Hay alguna diferencia entre lo que opinaba Montaner de la dictadura cubana antes de participar en Radio y TV Martí y después? La respuesta, por supuesto, es no. Esa participación y ese pago simbólico no tuvieron ninguna influencia en la opinión y en el criterio de Montaner. Sin embargo el escándalo suscitado apuntaba a sugerir lo contrario.

 

Al final, los dos diarios, The Miami Herald y El Nuevo Herald, le comunicaron a Montaner que seguirían publicando regularmente sus columnas semanales. Su nombre jamás debió figurar en esa información, pero se trata de una falsedad que primero repetirá, inmediatamente descontextualizará, y por sobre todo magnificará con todos los medios a su alcance –que es casi como decir todos los medios– el ilustre club de los amigos de las dictaduras totalitarias y genocidas en ejercicio... también conocido como “la intelectualidad” socialista que tan mayoritaria y libre de mentir como le de la gana es en la prensa libe de los países en que tal cosa existe. con lo que los tontos útiles no dejaran de repetir la mentira, que por mil veces repetida creerán verdad. 

 

 

 
















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