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Como era de esperar
se dictaron las normas que regirán el control de cambios. Nada que no hayamos visto cuando gobernaron Luís Herrera,
Jaime Lusinchi y el doctor Caldera. Los controles de cambios recuerdan la frase afortunada que creemos recordar acuñó Trostky
cuando desde su exilio dijo que Stalin había modificado para beneficio personal la máxima comunista según la cual quien no
trabaja no come. En esos días en los que el Partido Comunista de la URSS se había apropiado de todas las libertades, incluida
la de cambiar divisas, según Trostky quien en esos días no adulaba a Stalin no podía comer y sobrevivir. Al gobierno sin
embargo habría que reconocerle que aceptó en principio la propuesta que los Resistentes le hiciéramos públicamente, cuando
la semana pasada exigimos que el control de cambios no fuese más allá de la recuperación de PDVSA y a lo sumo 6 meses más
para que el aparato productivo se adapte a las nuevas circunstancias. El problema estriba en que resulta difícil creer
en la palabra de un gobierno que cambia de opinión con la frecuencia que Imelda Marcos cambiaba de zapatos. Por lo pronto
esperamos que el sector oficialista no se engolosine con el control de cambios y pretenda eternizarlo como hicieron en tiempos
de Blanca Ibáñez. Hay sin embargo una pequeña consideración que desde estas páginas y en petición escrita le hacemos al
Presidente: Esta bien que el gobierno maneje las divisas que producen PDVSA, las empresas públicas de Guayana y las
de los grandes exportadores que no son de Hugo Chávez, por cierto-, pero, ¿Qué tal si dejan exportar libremente a los pequeños
y medianos productores agrícolas que así lo deseen? Si reconsideran en tal sentido, tendríamos socialismo con las divisas
que producen el gobierno y los grandes exportadores, algo que rechazamos, y capitalismo con los dólares que producen los pequeños
agricultores. Todo un pasticho como es el gobierno de Hugo Chávez Frías. Pero, en medio de todo una esperanza: Una pizca
de libertad económica para el agro Comandante.
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